domingo, 12 de septiembre de 2010

Encrucijadas

Quizás sea un tópico recurrir a la metáfora del camino para describir la vida. En cualquier caso, de lo que estoy seguro es de que en la vida de todos hay encrucijadas. Es inevitable. La vida fluye. Nunca se detiene. Acontecimientos, personas, situaciones, pasan a nuestro alrededor y nos interpelan. Muchas veces podemos obviar esas llamadas o hacerles un bypass. Pero otras veces, pocas, no. Otras veces hay que decidir, porque no decidir ya es decidirse. El camino se abre en una bifurcación e inexorablemente hay que seguir una senda u otra. La vida no nos deja opción. Lo queramos o no, estamos ante una elección que condicionará nuestro futuro.
Ante esas encrucijadas de la vida no hay que asustarse. Primero porque suelen ser muy pocas; después porque a veces la decisión es fácil de tomar; finalmente, y sobre todo, porque el miedo a nada conduce. El miedo provendría del temor a no acertar a equivocarse. Pero la vida no es un concurso de televisión que se juega a una pregunta. La vida es una biografía que se construye.
Ante las encrucijadas de la vida hemos de pensar quién queremos ser y adónde queremos llegar. Y entonces decidir con libertad el camino a seguir y recorrerlo sin volver la cara atrás ni pensar en lo que hubieramos podido ser o hacer de haber tomado otra decisión o de no haber tomado ninguna.

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