He recorrido ya muchos siglos, desde los tiempos de la antigua Roma a los del telégrafo. He acompañado a pensadores, estrategas, descubridores, músicos, escritores y hombres de negocios, todos ellos de un gran nivel humano. Y, después de todo esto, esta tarde me he topado con la historia del capitán Scott.
Una historia de contrastes, llena de épica, de sufrimiento, de tesón, de orgullo. El relato de un aparente gran fracaso. Tras mil penalidades, Scott y sus cuatro acompañantes llegan al Polo Sur para descubrir que allí ya ondea la bandera noruega. El sueño por el que habían luchado se desvanece y el regreso a casa fue, en realidad, el camino hacia la patria definitiva. Mirando ya de frente a la blanca muerte, segura e inexorable, que esperaba pacientemente fuera de su tienda de campaña, Scott escribe a su mujer: "Cuánto podría contarte de este viaje. Y cuánto mejor fue emprenderlo, en lugar de quedarme sentado en casa disfrutando de una excesiva comodidad".
Sencillamente grandioso.