jueves, 25 de septiembre de 2008

La prenda


Hace días que tenía ganas de escribir algo. Me rondaba la cabeza la idea de contar la historia de la prenda, así, con artículo la prenda. Pero esta historia quedará para otro momento, porque forma parte de un pequeño mundo –no como el de D. Camilo y Pepón, de Guareschi, pero pequeño, al fin y al cabo – que habría que explicar. Sólo diré que la corta vida de la prenda empezó en Venecia con cierto glamour y terminó, sin pena ni gloria, en algún mediocre restaurante del aeropuerto de Barajas. Sic transit gloria mundi
Lo que sí voy a contar, en cambio, es lo que me sucedió esta tarde en el ascensor de la biblioteca. Bajábamos cinco personas. Dos chicos, dos chicas y yo. Una de las chicas iba armada con un móvil, que desenfundó mientras conversaba con su compañera.
– Uff!!, seis perdidas. ¡Qué acoso!, dijo a media voz que todos oímos.
Mientras su amiga trataba de explicarle algo, volvió a la carga,
- Y dos son de Elisa. ¡Esta chica no puede estar en paro! ¡Se aburre!!!
Su amiga no comentó nada, pero el chico que estaba a mi lado, corpulento y con aire de buena persona, me miró y, con un punto de sorna, me dijo en voz baja
- Bueno, no creo que aburrirse sea su mayor problema.

No hay comentarios: