sábado, 20 de septiembre de 2008

Peras limoneras


Ayer, aprovechando que la Universidad estaba cerrada por la apertura de curso, me fui con Fernando al monte. Levábamos un hornillo, con idea de cocinar algo, no digo de altura, pero sí en las alturas. Al llegar a Estella, paramos un momento en el supermercado. Fernando me dijo
- Te importa que elija yo el menú.
- No, en absoluto, le respondí.
Entramos en el super y observé con horror que, sin vacilación alguna, Fernando se dirigía hacia la sección de frutas y verduras. Y yo que soy tan poco vegetariano… Ya rodeados de todo tipo de productos del campo, aparentemente tan frescos como poco apetecibles para mí, contemplé como Fernando tomaba una bolsa de plástico y escogía cuidadosamente unos tomates de ensalada. Ya con los tomates pesados y etiquetados –tarea que yo mismo llevé a cabo, sin por ello sentirme un héroe– pensaba que abandonaríamos la zona conflictiva para pasar a otros lugares del super más gratificantes. Pero, para sorpresa mía, veo que Fernando no se da por vencido y, de nuevo bolsa en mano, captura dos peras limoneras que incautamente descansaban en una caja ajenas al peligro que corrían.
Lo de las peras, y además limoneras, ya me pareció un poco excesivo. Pero, como le había dado a Fernando un cheque en blanco, lo único que se vino a la cabeza fue decir,
- Chico, estás muy ecológico.
A lo que él respondió con gran seguridad,
- Me lo ha recomendado mi hermana, la veterinaria.
Tuve la impresión de que, en este caso, el argumento de autoridad no nos dejaba a ninguno en muy buen lugar, pero, precisamente por eso, me hizo mucha gracia y le respondí
- Esto lo voy a escribir en el blog.
Dicho y hecho.

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