viernes, 12 de septiembre de 2008
Pintar con las palabras
Esta mañana, temprano, en la plaza de San Francisco esperaba ante un portal. El cielo oscuro sobre mí no impedía que, a mi izquierda, en las ventanas del edificio de las escuelas municipales se reflejase una luz incipiente, que timidamente se asomaba por encima de los edificios situados a mi espalda, en el este de la plaza. A mi derecha se abría una calle solitaria y estrecha, ni fea, ni especialmente agraciada, en la que los edificios de uno y otro lado parecían querer llegar a tocarse. Un contenedor de basura rompía con su verde vulgaridad el encanto que la perspectiva y la soledad daban al conjunto. Por mi mente cruzó la idea de que un pintor sabría plasmar la belleza escondida en ese lugar. Me gustaría saber pintar con las palabras.
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